miércoles, 15 de abril de 2015

Arte pictórico de la época chejoviana

Las siguientes son imágenes de pinturas de artistas rusos y europeos que fueron realizadas entre 1860 y 1910, aproximadamente, época en la que vivió Anton Chejov. 


Iliá Repin:

(1844-1930) la mayor figura del arte realista ruso. Formado inicialmente en la Escuela de Dibujo de la Sociedad de Estimulación de Pintores.
Cultivó una amplia y variada temática, desde asuntos históricos a revolucionarios, pasando por los de corte mitológico y costumbrista. Reflejó como ningún otro artista los problemas de la vida rusa, sin dejar tampoco de lado el retrato.


Título de la obra:
Negativa a confesarse (1879-1885)


El "Impresionismo" fue el movimiento plástico característico de esta época. Se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XX en Europa en Franciacaracterizado, a grandes rasgos, por el intento de plasmar la luz, la «impresión» visualy el instante. El impresionismo busca un lenguaje basado en un naturalismo extremo. Tiende a usar colores puros y sin mezcla, sobre todo los tres colores primarios y sus complementarios, y a prescindir de negros, pardos y tonos terrosos.




Los pintores impresionistas aprendieron a manejar la pintura más libre y sueltamente, sin tratar de ocultar sus pinceladas fragmentadas y la luz se fue convirtiendo en el gran factor unificador de la figura y el paisaje.

En Rusia, en 1863, surgió la Sociedad de exposiciones ambulantes, liderada por artistas que estaban disconformes con el arte académico ruso de hasta ese entonces y que pretendían recuperar cierta tradición pictórica rusa, en particular la pintura de iconos, pero con un tratamiento naturalista.  





                                                 Iliá RepinTítulo de la obra: No lo esperaban (1884-1888)

La Sociedad Ambulantes luchó por un arte nacionalista que fuese también un arma de denuncia de las injusticias  sociales. El más destacado de los Ambulantes fue Illiá Repin (1844-1930), a quien se atribuye la introducción del realismo en la pintura rusa. En sus minuciosos lienzos describió la sociedad de su época, con sus desigualdades. Isaac Levitan (1860-1900), fue el paisajista ruso más destacado de la época, quien encontró en escritores como Chéjov y Toltóis grandes defensores de su arte.

Iliá Repin. Título de la obra: El ramo otoñal. Retrato de Verónika Répina (1892)



Isaac Levitán. Título: Bosques de abedules


Isaac Levitán. Sin título


Édouard Manet (1832 -1883) pintor francés, reconocido por la influencia que ejerció sobre los iniciadores del impresionismo.


Manet. Título: Almuerzo en la hierba. 1863

lunes, 6 de abril de 2015

Características del teatro de Chéjov

Fuente: Citas extraídas del prólogo de Chéjov, Antón. (2009). Teatro Completo. Buenos Aires: Adriana Hidalgo. Por Galina Tolmacheva.

Todo era verdadero y natural en sus creaciones. La aguda y penetrante mirada del escritor captaba esos pequeños detalles psicológicos que sirven para caracterizar a un hombre más que a ninguna otra cosa. Chéjov arrancaba sus personajes de la vida, y no los aislaba, sino que sabía llevarse con ellos un jirón de la vida que los rodeaba.

Fue “la Verdad” lo que quiso trasladar al escenario, y fue “la Verdad” lo que después exigió a los intérpretes de su teatro. “la verdad  es siempre más fuerte que su más fuerte imagen”, afirmaba; pero añadía: “la verdad subrayada se transforma irremisiblemente en mentira”.”

 Es preciso hacer una obra donde la gente entre y salga, coma, hable del tiempo, juegue al vint, que en la escena sea todo tan complicado, y al mismo tiempo tan sencillo, como en la vida. La gente come, no hace otra cosa que comer, pero mientras tanto se van forjando sus destino dichosos, se van destruyendo sus vidas…”

Todo el sentido y todo el drama del hombre se encuentran en su interior y no en sus manifestaciones exteriores”,  “la irrupción de aquel drama, aquel conflicto que ya se debatía dentro del hombre, agobiándolo, atormentándolo constantemente, mientras él hora tras hora, día tras día, sin ninguna reacción visible, seguía comiendo, bebiendo, charlando, paseando…”

Bajo la superficie de la charla intrascendente de los héroes, fluye esencialmente lo dramático; lo que verdaderamente importa no es lo que la gente hace y dice, sino cómo y por qué lo hace y lo dice”

En los dramas de Chéjov, lo que no se dice y lo que no se muestra prevalece sobre lo que se dice y se muestra. Y precisamente eso que no se dice y que no se muestra hay que “jugarlo” de tal modo que haga comprensible y convincente lo que se hace ver y oir.”

Para él las palabras no son más que un sonido que lo refleja  en forma imperfecta. Y es por eso que a menudo se calla en los momentos más dramáticos”(…) “por eso Chéjov remata con pausas los momentos más dramáticos; las pausas interrumpen todos los parlamentos de sus personajes, vibran con la misma intensidad que las palabras. El silencio de Chéjov, habla.”

Los sonidos exteriores prolongan los parlamentos de los personajes, descubren sus estados de ánimo, subrayan o refuerzan sus palabras. A las voces de sus actores se unen las voces de la naturaleza y de la vida cotidiana” (…) “en tanto el hombre guarda un mortal silencio, el sonido dice la última palabra: un hacha que golpea…las cuerdas del ábaco que chocan…el papel que bisbisea…el piano que se lamenta…las cuerdas de la guitarra que vibran…Por medio de las voces del mundo inanimado. Chéjov consigue, con una maestría inigualada, crear en la escena esa atmósfera puramente musical, ese clima que es imposible conseguir solamente a partir del material humano. Ese procedimiento artístico, específicamente “chejoviano”, se podría denominar “impresionismo realista”


La fusión de lo cómico y lo trágico es tan fuerte en Chéjov, que a menudo no sabemos si llorar o reir. Han sido muchos los régisseurs que se esforzaron por definir si se hallaban frente  a un drama o a una comedia. Pero aún el mismo autor a veces llamaba comedias, y aún farsas, a sus dramas. En realidad, son comedias trágicas o bien trágicas farsas de las pobres gentes arrastradas por algo mucho más fuerte que ellas: la vida. Frente a ella, todos están igualmente indefensos y para cada uno está servida su copa de alegría y amargura.





Fragmentos de un análisis


Fuente 
Chéjov: El brillo perdido y la apatía existencial. Por Verónica López Quesada
Como fiel testigo de su época, su teatro supo plasmar las fluctuaciones de un país que se encaminaba hacia la modernidad y la industrialización. Sus dramas manifiestan la imposibilidad del hombre moderno de llevar a cabo sus deseos, y de tolerar la desidia, la inercia moral, y la falta de responsabilidad.
En sintonía con la realidad social rusa de la época, Chéjov creó a sus personajes insertos en un contexto en el que la antigua clase aristocrática, habiendo perdido el brillo y el poder de antaño, se consumía lentamente frente a los dictados de un nuevo orden encarnado en la incipiente burguesía.
La Rusia de la segunda mitad del siglo XIX, convulsionada por la agitación político-social que daría vida a la revolución, tomaba conciencia de su historia nacional de la mano de un grupo de intelectuales liderados por Pushktin, Tolstoi, Dostoievsky y Chéjov entre otros; y al mismo tiempo era protagonista de un cambio profundo que amenazaba quebrar los oxidados cimientos del sistema tradicional.
En 1861, bajo el reinado del zar Alejandro II, se había decretado la abolición de la servidumbre. Los antiguos Mujiks se convierten en hombres libres; obligados a trabajar por sus propios medios, comienzan a formar una baja burguesía concentrada en el campo y en los reductos obreros de San Petersburgo y Moscú. Las rígidas estructuras de la nobleza se ven sacudidas por una clase que comienza a interactúar, los límites se desdibujan y el conflicto se patentiza entre los herederos de un orden estatuído en la sangre y los representantes de un nuevo modo de vida regido por el trabajo y el sacrificio.
Chéjov es, al mismo tiempo, protagonista y privilegiado espectador del cambio que se operaba en Rusia y supo plasmar, con extrema lucidez, las fluctuaciones de un país que se encaminaba lentamente hacia la modernidad y la industrialización.
Las dos dimensiones, realismo y compromiso, interactúan sutilmente evidenciando la intencionalidad del autor: pintar objetivamente la realidad con todos sus matices, sin excluír las fuerzas ocultas que operan sobre ella. Como él mismo le escribe a Suvorín en 1888: "El artista observa, elige, conjetura, combina... Usted tiene razón en exigir una actitud consciente del artista hacia su obra, pero mezcla dos ideas: la solución del problema y su correcta presentación. Sólo lo último es obligatorio para el artista."
Sus dramas manifiestan la imposibilidad del hombre moderno de poner en acto sus deseos, su indolencia, la inercia moral y la falta de responsabilidad. Ambientados en casas de provincia, los personajes se ven sometidos al aburrimiento y la monotonía característicos de una clase aristocrática que ha perdido sus motivaciones. Se sienten los últimos baluartes de la cultura, en contraposición con la vulgaridad generalizada de la vida rusa, ámbito que sofoca cualquier expectativa. Es preciso aclarar que cuando Chéjov habla de cultura no se refiere a una particularidad privativa de las clases altas, cultura no es para él sinónimo de intelectualidad, sino un compendio de sabiduría, educación, humanidad y capacidad de sacrificio.
El teatro chéjoviano ha sido señalado como el menos dramático debido a la introducción, como temática central, de la banalidad cotidiana y la rutina. Innumerables críticos y dramaturgos han rechazado estas cuestiones por creerlas poco interesantes; sin embargo Chéjov aclara este punto con extrema lucidez: "Los hombres comen, duermen, fuman y dicen banalidades y sin embargo se destruyen". El diálogo parece desarrollarse sin objeto alguno, pero es revelador de las características de los personajes, de sus motivaciones, sus odios y pasiones y al mismo tiempo se proyecta como un velo sobre los acontecimientos que bullen en profundidad. Las obras se despliegan en un crescendo, comienzan serenas, plácidas y se complejizan hasta el clímax final, en el que el despojo se evidencia en toda su envergadura.