sábado, 8 de agosto de 2015

Macbeth

Fuente: Citas extraídas de  "Macbeth o los contagiados por la muerte" en Apuntes sobre Shakespeare, Jan Kott


“En Macbeth hay sólo un tema, un monotema, y este tema es el asesinato. Aquí, la historia está reducida a su forma más simple, a una sola imagen y a una única diferenciación: los asesinos y los asesinados. Aquí, la ambición consiste en el proyecto y el plan del asesinato. El miedo, en el recuerdo de los asesinatos realizados y el temor ante la necesidad de un nuevo crimen. El gran asesinato, el asesinato verdadero, el asesinato por el cual empieza la historia, es el del rey. Después, ya no cabe más que continuar matando. Hasta que el que mataba caiga, a su vez, asesinado. El nuevo rey será quien mate al rey; así sucede en Ricardo III y en los dramas reales, y lo mismo ocurre en Macbeth. La gran apisonadora de la historia, una vez puesta en movimiento, va aplastando a todo el mundo. Pero en Macbeth, esta serie de asesinatos no es la lógica del mecanismo; tiene algo de espantoso ahogo que produce una pesadilla nocturna. 

La mayoría de las escenas transcurren de noche, durante todas las horas de la noche: al tardío oscurecer, a medianoche y a la luz pálida del alba. La noche está siempre presente, sugerida y evocada continua y obstinadamente; en la metáfora: “No verá el sol el día de mañana”; en la escenificación: traen, encienden y apagan las antorchas; en el curso mismo de la acción y en las repentinas, como siempre en Shakespeare, prosaicas y sobrecogedoras referencias a la vida cotidiana: “Cubramos nuestros desnudos frágiles al frío.” Es una noche de la cual fue desterrado el sueño, en ninguna de las tragedias de Shakespeare se habla tanto del sueño como en ésta. Macbeth ha matado el sueño, Macbeth ya no puede dormir, nadie puede dormir en toda Escocia. El sueño desapareció y sólo quedaron las pesadillas: Contra este sueño denso y pegajoso, mezclado con el desvelo que impide el olvido, contra el sueño que no es más que pensamiento sobre el crimen, el sueño que no es sueño sino pesadilla, se defienden no sólo Macbeth y Lady Macbeth. 

Emponzoñado está el sueño y emponzoñado el alimento. En el mundo de Macbeth, el más obsesivo de todos los mundos creados por Shakespeare, el crimen, el pensamiento sobre el crimen y el temor ante el crimen se adueñan de todo. En la tragedia hay sólo dos grandes papeles, pero el tercer personaje del drama es el miedo. Guardamos mejor en la memoria las caras de Macbeth y de Lady Macbeth por haberlas tenido más tiempo ante los ojos, pero todas las demás están torcidas por la misma mueca de temor. Todos los cuerpos sufren el mismo tormento. El mundo de Macbeth es estanco, no cabe en él la posibilidad de huida. Hasta la naturaleza, en aquel mundo, tiene el carácter de una pesadilla; es, como una pesadilla, turbia, densa y viscosa, hecha de barro y de espejismos.”

"Lo trágico sólo existe si es consciente. Ricardo III es la conciencia del Gran Mecanismo. Macbeth es consciente de la pesadilla. En aquel mundo donde el asesinato se impone como destino, obligación y necesidad interior, existe sólo un sueño: el sueño de un asesinato que interrumpa y dé la liberación. Porque peor que el asesinato mismo es el pensamiento sobre el asesinato que se impone, que debe ser realizado y ante el cual no cabe la huida.” 
“El terrorista Tchen, de la Condition humaine de Malraux, pronuncia una de las más terribles frases que hayan sido escritas a mediados del siglo XX: “El hombre que nunca ha matado, es virgen.” Esta frase significa que el asesinato es conocimiento, así como conocimiento es el acto amoroso según el Viejo Testamento, y que la experiencia de matar es intransmisible, así como la experiencia del acto amoroso. Pero esta frase significa también que la realización de un asesinato cambia a aquél que mató, que a partir de aquel momento el hombre se convierte en otra persona, y el mundo en que vive se convierte en un mundo distinto."



“Macbeth sueña con un mundo sin asesinatos, donde puedan ser olvidados los crímenes antes cometidos, donde los muertos estén enterrados de una vez para siempre y donde sea posible empezar la vida de nuevo. Macbeth sueña con el fin de la pesadilla, y va sumergiéndose cada vez más profundamente en ella. Macbeth sueña con el mundo sin crimen, y va sumergiéndose cada vez más en el crimen. La última esperanza de Macbeth es que los muertos no resucitarán.” 
“Macbeth, reiteradamente asesino, Macbeth, cubierto de sangre, no podía aceptar un mundo en el cual existe el asesinato. En esto, tal vez, consiste la siniestra grandeza del personaje y el verdadero carácter trágico de la historia de Macbeth. Durante mucho tiempo, Macbeth no quería aceptar la realidad y la irrevocabilidad de la pesadilla, no podía conformarse con su propio papel; lo vivía como si fuera ajeno a él. Ahora ya lo sabe todo. Sabe que ante la pesadilla no cabe la huida, que ella es el destino y la condición humana o –hablando en lenguaje más moderno- la situación del hombre. No existe otra.” 

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