sábado, 8 de agosto de 2015

Apuntes sobre Shakespeare, Jan Kott



        Fuente: Citas extraídas de Apuntes sobre Shakespeare, Jan Kott
“Shakespeare es como el mundo o como la vida. Cada época encuentra en él lo que busca y lo que quiere ver. El lector de mediados del siglo XX lee a Ricardo III, o bien mira su representación en la escena, a través de su propia experiencia. No puede ni leer, ni mirar de otra manera. Y por eso no le asusta, o más bien no le extraña, la crueldad shakesperiana. Contempla la lucha por el poder y la matanza mutua de los protagonistas de la tragedia con mucha mayor calma que las varias generaciones de espectadores y críticos del siglo XIX. La muerte cruel de la mayoría de los personajes no la considera como una necesidad artística, ni como una regla que impera en la tragedia trayendo la catarsis, ni siquiera como un rasgo específico de la terrible genialidad de Shakespeare. Tiene tendencia, más bien, a considerar la espantosa muerte de los protagonistas como una necesidad histórica, o como una cosa totalmente natural.”                                          
“Cada una de las grandes tragedias históricas empieza por la lucha para conseguir el trono o bien consolidarlo, y cada una termina con la muerte del monarca y con una nueva coronación. En cada crónica, el monarca legítimo arrastra detrás de sí una larga cadena de crímenes: apartó de su lado a los señores feudales que le habían ayudado a conseguir la corona, asesinó primero a sus enemigos, luego a sus antiguos aliados, mandó ajusticiar a los herederos del trono y a los pretendientes. Pero no le fue posible matarlos a todos. Del destierro vuelve un joven príncipe –hijo, nieto o hermano de las víctimas-, se erige en defensor de la ley violada, reúne a los señores rechazados y personifica la esperanza de un nuevo orden y de la justicia. Pero cada paso suyo hacia el poder está marcado, como antes, por el asesinato, la violencia y el perjurio. Y cuando el joven príncipe se encuentra ya cerca del trono, arrastra una cadena de crímenes tan larga como lo fue la del monarca hasta entonces legítimo. Cuando ciña la corona será tan odiado como aquél. Había matado a sus enemigos, ahora irá matando a sus antiguos aliados. Y aparece un nuevo pretendiente al trono, en nombre de la justicia violada. El círculo se ha cerrado.”  


“Y he aquí que, cada vez con mayor fuerza, por encima de los rasgos individuales de los reyes y de los usurpadores, se desprende de las crónicas dramáticas de Shakespeare la propia imagen de la historia. La imagen del Gran Mecanismo. Cada capítulo sucesivo, cada gran acto shakesperiano es tan sólo una repetición.
Esta imagen de la historia, tantas veces repetida por Shakespeare, se nos impone con toda su fuerza. La historia feudal es como una gran escalinata por la que asciende sin interrupción el cortejo de los reyes. Cada escalón, cada paso hacia la cumbre está marcado por el asesinato, el perjurio y la traición. Cada escalón, cada paso hacia arriba, hace el trono más próximo o más fuerte.
Del último escalón, sólo queda ya el paso hacia el abismo. Cambian los monarcas. Pero la escalinata siempre es la misma. Y de la misma manera suben por ella buenos y malos, valientes y cobardes, viles y nobles, ingenuos y cínicos.
¿Es así como comprendía Shakespeare el carácter trágico de la historia en el primer y juvenil período de su creación, al que se dio, a la ligera, el nombre de optimista? ¿O, quizá, fuera partidario de la monarquía absoluta, buscando la sangrienta materia del siglo XV para espantar al lector con la imagen de la lucha de los señores feudales y del desgarro interior de Inglaterra? ¿O, quizá, describiera su propia contemporaneidad no estando Hamlet muy lejos de los dos Ricardo? ¿De qué experiencia se servía? ¿Era moralista o bien describía el mundo que conocía o presentía, sin ilusiones, sin desdén y sin indignación? ¿Y cómo es, en realidad, aquel mundo que nos describió en sus crónicas?" 

“¿En qué consiste la dramatización de la historia de Shakespeare? Antes que nada, en su gran abreviación, en su rabiosa condensación. Porque más dramática que el drama de Juan, de Enrique y de los Ricardo, es la historia misma. El mismo funcionamiento del Gran Mecanismo. Shakespeare transforma años enteros en meses, meses en días, en una gran escena, en tres o cuatro réplicas, en las que hace caber toda la quintaesencia de la historia. He aquí el gran final de cada destronamiento.Nos acercamos al final. Sólo queda un acto más, el último. Pero este último acto será, al mismo tiempo, el primero de una tragedia nueva. Se cerró el ciclo; el ciclo vuelve a empezar."  

“ Los reyes no ordenan los parricidios. Los permiten tan sólo, de manera que pueden ignorarlos." 
“En el mundo shakesperiano, el orden de la acción y el orden moral se contradicen. Contradicción es la condición humana y nadie puede librarse de ella." 



“Carecen de importancia los nombres históricos y la fidelidad a los acontecimientos históricos. La única verdad que cuenta es la de las situaciones; ésta es, quiero repetirlo, la super verdad de Shakespeare. Aunque nos muestre una mañana, una tarde o una noche en aquella interminable semana de difuntos, el tiempo no existe; existe únicamente la presencia de la historia –sólo su acción, que sentimos casi físicamente-. Vivimos una de esas noches dramáticas en que el destino de todo el reino depende de un consejo en el castillo, quizá de un solo golpe de puñal. Una de esas noches históricas en que el aire se hace más denso y las horas son más largas, cuando se esperan las noticias. Shakespeare no dramatiza tan sólo la historia, sino también la psicología, presentándola en grandes tirones en que nos encontramos a nosotros mismos." 

“La grandeza del realismo shakesperiano consiste en haber apercibido en qué grado los hombres están comprometidos en la historia. Unos la hacen, y se convierten en sus víctimas. Otros creen hacerla y se convierten, también, en sus víctimas. Hay otros aún que no hacen la historia, pero no por eso dejan de ser sus víctimas. Los primeros son reyes: los segundos son confidentes de los reyes y ejecutores de sus órdenes, son el engranaje del Gran Mecanismo; los últimos son, sencillamente, ciudadanos del reino.” 
“Existen dos tipos básicos del sentir trágico de la historia. Uno de ellos está basado en la convicción de que la historia tiene su sentido, que cumple sus finalidades objetivas y está orientada en una dirección definida. Que es razonable o, por lo menos, comprensible. Lo trágico es entonces el precio de la historia, el precio del progreso que la humanidad debe pagar. Se reviste entonces de tragedia cada actitud precursora que hace avanzar la implacable apisonadora de la historia y que, justamente por ser precursora, está condenada a perecer aplastada por la apisonadora.

El topo no tiene conciencia, pero perfora la tierra en una dirección definida. Tiene sus sueños de topo, pero no son más que una intuición nebulosa del sol y del cielo; y no son los sueños los que determinan la dirección de su marcha, sino el movimiento de las patas y del hocico que escarban, incansablemente, la tierra. El topo será trágico si se le echa tierra encima justo en el momento de salir a la superficie.
Pero hay también otro modo de sentir lo trágico de la historia. Está basado en la convicción de que la historia no tiene sentido y que es inmóvil, o repite siempre su cruel ciclo; que es una fuerza elemental, igual que el granizo, la tormenta o el huracán, igual que el nacimiento y la muerte. El topo cava la tierra, pero nunca saldrá a la superficie. De continuo nacen nuevas generaciones de topos, cavan la tierra en todas las direcciones y la tierra siempre se les viene encima. El topo tiene sus sueños de topo. Ha soñado durante mucho tiempo que era dueño del universo, que la tierra, el cielo y las estrellas fueron creadas para los topos, que les prometió una inmortalidad de topo. Pero, de repente, el topo comprendió que no era más que topo, que la tierra, el cielo y las estrellas no fueron creadas para él. Está sufriendo, sintiendo y pensando, pero sus sufrimientos, sus sentimientos y pensamientos no podrán cambiar su condición de topo. Continuará escarbando en la tierra y la tierra continuará viniéndosele encima. Y entonces el topo toma conciencia de ser un topo trágico.
Creo que este último modo de comprender lo trágico de la historia está más cercano a Shakespeare, no solamente en la época de Hamlet y el Rey Lear, sino en toda su obra desde el principio hasta el fin, desde las crónicas históricas y Ricardo III, hasta La Tempestad." 
“En Shakespeare, todos los valores humanos son quebradizos y el mundo es más fuerte que el hombre. La implacable apisonadora de la historia lo aplasta todo y a todos; el hombre es definido por la situación, por el peldaño de la escalinata en el cual se encuentra. Y el peldaño de la escalinata define toda su libertad de acción.”

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